
El día 30 de enero las Misioneras de la Consolata celebramos 100 años de la llegada del primer grupo de hermanas a la querida tierra de Tanzania.
Eran seis jóvenes misioneras: cuatro llegaron de Italia: Hna Francesca Gianasso, Hna Delfina Vaisitti, Hna Marcellina Bianchi y Hna Clementina Cristino. Dos llegaron de Kenya y se encontraron con ellas en el puerto de Mombasa: eran Hna Paolina Bertino, la primera misionera de la Consolata, que fue la superiora del grupo, y Hna Lucia Monti.
Llegadas a Dar-es-Salaam el 10 de enero, fueron en tren a Dodoma, luego en caravana, caminando, llegaron a Tosamaganga el 30 de enero del 1923. Los Misioneros de la Consolata habían llegado en el 1919, encontrando comunidades abandonadas por la guerra, que tuvo como consecuencia la expulsión de los benedictinos alemanes.
Generosidad, pasión por el anuncio del Evangelio, cercanía con la gente, unidas a la belleza del pueblo del Iringa, son elementos que caracterizaron un camino de misión, de enriquecimiento mutuo, que hizo crecer una Iglesia viva y arraigada en la fe:
“Desde la experiencia vivida en Tanzania” nos comenta Hna Arelis, misionera de la Consolata que vivió su misión en Tanzania “pienso que es un camino de esperanza que el pueblo de Tanzania vivenció en estos 100 años, experiencia bondadosa, de mucha acogida mutua, Mi experiencia es de un pueblo muy acogedor, sencillo, humilde, con una gran profundidad del sentido de la vida y del sentido de Dios. Experimenté también la alegría de vivir el cotidiano con serenidad, con confianza en Dios prové y también con el deseo de ser mejores. La evangelización acompañó el pueblo como una luz, donde el sentido de la familia, del compartir, se profundizó en la experiencia de Cristo como comunidad, como familia.
Hubo pasos gigantescos de apertura hacia el Otro, hacia lo nuevo, en un sentido profundo de respeto hacia el Otro. El deseo, a pesar de los sacrificios, de compartir y aprender mutuamente. Es una misión con sabor a familia, a casa, sabor a fraternidad: en este tiempo que viví en Tanzania lo sentí así. La fe recibida ha dado mucho fruto en vocaciones, en la vida familiar, en el servicio, en el donarse para el bien del Otro. Este pueblo maravilloso me dio mucha vida y me ayudó a crecer en mi camino humano y como religiosa” .
Hna Yudith, misionera de la Consolata tanzaniana, así expresa su gratitud: “CIen años de gracias, donde el fruto sembrado por las primeras hermanas creció. Nosotras también – las Misioneras de la Consolata tanzanianas – somos este fruto, si bien surgieron muchos carismas y vocaciones de servicio. Fueron cien años nacidos de un sacrificio fecundo de amor: las hermanas no sabían adónde estaban yendo, no había rutas, tampoco sabían el idioma. Pero no se escaparon, y ahora podemos cantar el MAGNIFICAT por su SÍ, ahora también nostras somos llamadas a ir y entregarnos. La realidad es distinta, pero el llamado es el mismo: ir allí, donde el Señor nos llame, para anunciar su Evangelio“.
Hna Angélica, misionera colombiana por algunos años en Tanzania, comparte: “Celebrar 100 años de la presencia de la MC en Tanzania es celebrar y agradecer a Dios por la gracia dada a cada una de las hermanas que han pasado por esta porción de tierra llamada Tanzania, la tierra de la acogida (karibu) y la gratitud sincera (Asante sana), es el paso de Dios con nosotros a través de la vida donada y compartida, mediante los sueños, desafios, alegrias, aprendizajes; es sentir y reconocer con el corazón complacido un siglo de fidelidad y consolación continúa.“