
Sor Judith, misionera de la Consolata de Tanzania, vivió una prolongada y fecunda vida misionera en Colombia. Desde 2021 hace parte de la comunidad de Kirguistán. Le hicimos algunas preguntas, durante una charla amena
¿Cuál es el regalo más grande que te ha dado Colombia?
Ciertamente el de experimentar la alegría de mi consagración, el saber recibir y dar, y el intercambio de valores humanos y cristianos. Me hizo sentir como en casa.
¿Cuál es el don que te está haciendo Kirguistán?
Es el despertar de mi consagración a través de tantas preguntas que me hacen sobre la opción de mi vida consagrada. Me preguntan: “¿Por qué eres una mujer sin marido?” “¿Por qué eres tan feliz viviendo sola, sin hijos?”
Esto me ayuda a vivir cada día mi SÍ al Señor y vivir cada vez más feliz y contenta.
¿Qué es fundamental para una misionera de la Consolata, en cualquier misión en la que se encuentre?
Sin duda es la pasión por Dios y por la misión. Esto es fundamental para una misionera: entregarse sin medida. Testimoniar que la vida como persona consagrada, es anunciar con la vida, pero más con alegría al Cristo resucitado.
¿Cómo piensas de ad gentes, ahora que estás en Asia?
El ad gentes hoy necesita una gran renuncia de sí mismo: tiene necesidad de donación, una gran renuncia también a las comodidades que ofrece el mundo. El ad gentes hoy nos llama a salir, salir también de nuestros esquemas. Hay que recordar que el ad gentes no es turismo: no es ir un día, ni dos… no: el ad gentes nos llama más hacia el sacrificio.