La comunidad de Vilacaya (Bolivia) se volvió como una caja de bombones bien surtida. Y no se trata de mucha dulzura, ¡más bien de mucha internacionalidad! Somos Hna María Elena, colombiana, Hna Marisa, argentina, Hna Mercy, keniota y Hna Stefania, italiana: cuatro nacionalidades y tres continentes, ¡casi una Copa del Mundo!
Hna Mercy llegó este año y le deseamos de poder vivir una experiencia profunda y llena de sentido con el pueblo quechua así como ha sido y sigue siendo para nosotras. La “vieja” de la comunidad soy yo, Hna Stefania, que abrió nuestra presencia en Vilacaya en el febrero 2013. Luego sigue Hna María Elena, que llegó en agosto del mismo año. Luego Hna Marisa que hace un año está en Vilacaya. Después de mucho tiempo, volvemos a ser cuatro hermanas en la comunidad.
Estamos en tiempos muy delicados para nuestra gente: la lluvia casi no llegó en la tan esperada época de precipitaciones. Muchos se han ido a buscar trabajo a las ciudades o a Argentina, con toda la problemática que lleva el ser extranjero y migrante. Realmente, para los campesinos es imposible vivir de los productos de la chacra, pues las lluvias cada año disminuyen, y muchas veces heladas fuera de época y granizo afectan la producción.
Queremos ser para nuestra gente una presencia de consolación: es frecuente escuchar triste expresiones cual es: “Dios nos ha castigado…” pero no: es que los pobres cargan los delitos ambientales de toda la humanidad, lastimosamente. Se calcula que Bolivia es uno de los paises más afectados por el fenómeno de El Niño, que en algunas regiones trae inundaciones y en otras una terrible sequía. Dios, al contrario, está cercano de sus pequeños y nos envía a ser presencia de aliento, de consolación. Nos pide de anunciar su nombre – que es Dios Amor – con nuestra vida y nuestros gestos solidarios.
En todo caso, hay mucha vida y alegría en nuestra misión: la sonrisa de los niños, los sueños de los jóvenes, la fuerza luchadora de las mamás, la entrega de los profesores que generosamente trabajan para el bien integral de sus estudiantes, una Iglesia potosina comrpometida con los más pobres. La verdad, ¡es un don grande estar en esta misión! Y vivir la “alegría del Evangelio”, como dice el lema que nos prepara a ser anfitriones del CAM en 2018.
Hna Stefania, MC
