La fiesta de nuestro Padre

Escribir sobre el Beato José Allamano, significa hablar de un Padre. Lo fue de manera especial para las primeras Misioneras de la Consolata, como demuestra lo que escribe Madre María de los Ángeles, 10 años después de su muerte:

“Nuestro amado Instituto fue fundado por el Veneratísimo nuestro Padre, el cual, cuando entramos, más que las puertas, abrió su corazón.  […]

Ya son 10 años de su muerte, sin embargo, si no lo vemos más entre nosotras, lo sentimos presente con su espíritu. Mantengamos fija la mirada a Él, faro orientador de nuestras almas”.

Y también hoy nos invita a seguir sus pasos:

“Nuestro Venerado Padre estará con nosotras: su espíritu debe ser el nuestro, su santidad la nuestra”

Es un Padre, nuestro Padre, también hoy, casi 100 años después de su muerte. En la Casa Madre en Turín, que él quiso construir para sus hijas con tanto cariño, hay una silla que es como una reliquia: es una silla antigua, que durante los encuentros con las hermanas, el Beato José Allamano usaba, cuando dedicaba tiempo a la escucha y al consejo. En los encuentros a nivel de Instituto, sigue presente como símbolo de una presencia que no falla, invisible pero muy real y efectiva.

En este día de su fiesta, de su nacimiento al Cielo, seguimos diciéndole:

¡PROTEGE, Ó PADRE, A TU FAMILIA!

¡CONSERVA EN ELLA TU ESPÍRITU!

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