MIL MANERAS DE DECIR GRACIAS

La Hermana Marisa está saliendo  con el Jeep para hacer unas compras en el pueblo más cercano, cuando al borde del camino ve  a la señora Cynthia  con su bebé envuelto en un aguayo: se detiene y la invita a subir, porque  sabe que son dos kilómetros y medio los que tiene que caminar esa mamá con el bebé de diez kilos en la espalda, y que son muy pesados ​​para ella.

Cynthia es una mujer todavía joven con 6 hijos de los cuales las  tres hijas mayores venían a nuestro comedor de Vilacaya, mientras que los tres más pequeños siguen con su madre, en su comunidad.

Mientras la hermana Marisa  baja del  Jeep, Cynthia le dice: “Hermanita, hoy llega Yosi a casa: ¡terminó sus estudios aprobando el examen final! Vengan esta noche, le prepararemos una cena y queremos agradecerles a ustedes  por toda la ayuda que nos han brindado…”

Por la noche, la Hna. Marisa y yo nos presentamos en la casa de la familia, donde dos niños nos reciben alegremente, con sus sonrisas desdentadas y abrazos “de  oso”: en la pequeña cocina ya están los dos abuelos y una tía: nos sentamos a la mesa y comenzamos la cena, preparada con tanto amor por Mamá Cynthia:  sopa de maní, cabrito asado con habas, choclo y papas; precisamente  platos de la fiesta.

Conversamos  serenamente, preguntando a sus dos hijas mayores -Yosi y María- cómo están, después de tanto tiempo en que no las hemos visto. Efectivamente las dos jóvenes estudian lejos en una casa para formación de enfermeras  y regresan solo después de meses de estudio o pasantías.

Después de la comida, comienzan los “rituales” de acción de gracias: nos sorprendemos cuando las dos niñas, generalmente muy taciturnas, comienzan a hablar, agradeciendo a la familia y a nosotras las hermanas por haberlas ayudado económicamente a estudiar. De pie, una a la vez, hablan mencionando las penurias y sacrificios vividos en los últimos dos, tres años: las lágrimas descienden por sus rostros, una mezcla de desahogo, de emoción, y de gratitud, de conmoción, de alegría y de  tristeza. Es impresionante cómo se pueden probar tantas emociones al mismo tiempo, pero la experiencia enseña que  sí, hay momentos en que todo lo que tenemos en el corazón  fluye, salta, que se pueden sentir al mismo tiempo, pero, hay momentos en que todo lo que tenemos en el corazón fluye, brota como un manantial, pura expresión de vida.

Mamá Cynthia también empieza a llorar y la pandemia de la emoción toca a todos los presentes. Los adultos empiezan a dar consejos felicitan y alientan a Yosi, luego la saludan con confites blancos esparciéndolos sobre la cabeza tal como se  acostumbra hacer con los festejados en la zona andina.

Nosotras también les mostramos nuestra alegría, y les aseguramos que lo peor ya pasó: días sin comer por falta de dinero, los comentarios maliciosos de gente que no apostaba un centavo por ella, el miedo a lo nuevo y la lejanía de casa. Han sido  años largos e intensos, que debilitaron mucho la salud de la joven. Esperamos y recemos para que pueda recuperarse y empezar a trabajar, pero ya con el proyecto de poder continuar el estudio enfermerístico..

Volvemos a casa con una bolsa de comida para la hermana María Elena, que no ha podido venir a cenar, y otra con cebolla y lechuga fresca del jardín, una muestra más de agradecimiento por el apoyo brindado. Nos despedimos de Lidia y le decimos que este título también es suyo: logrado por sus carreras desesperadas en busca de dinero, de las cabras que criaba y vendía, de sus exploraciones en lugares desconocidos para llevar a sus hijas a un lugar lejano. Todo el resultado de una mujer que solo estudió hasta quinto grado y nunca salió de su comunidad, pero que ha demostrado la valentía y la determinación al querer que sus hijas hicieran realidad sus sueños. Casi ya lo ha logrado: ahora a Yosi solo le falta la llegada del título de auxiliar de enfermería, y ya le están llegando ofertas de trabajo, mientras que a María le falta la última practica en el hospital y la tesis final.

Comida, abrazos, sonrisas, lágrimas, palabras, regalos, confites: las mil formas de decir gracias en una pequeña comunidad andina de Bolivia.

Hna. Stefania, MC

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