El año recién terminado ha sido un tiempo especial para vivir la misión como familia Consolata en nuestra misión de Vilacaya: en abril, p. Mauricio y p. Marcos, misioneros de la Consolata de la región Argentina, vinieron a Vilacaya para animar la Pascua Joven con nuestros chicos y chicas de la Parroquia. Luego en noviembre Nestor y Rosario, un matrimonio de Laicos Misioneros de la Consolata de Merlo vinieron por la tercera vez para animar la fiesta de Todos los Santos y Difuntos, tan importante para nuestra gente. En diciembre, la familia Miranda: Viviana, Mario, Joaquín y Francisco, otros Laicos Misioneros de la Consolata, se quedaron tres semanas y terminamos el año con la presencia de tres diáconos imc, que se están preparando a la ordenación sacerdotal y a la destinación misionera: Mbarire, Mate y Danilo.

Para nuestra gente fue una alegría grande encontrar de vuelta Rosario y Nestor y Mario y Vivi con sus hijos Joaquín y Francisco, pues muchas veces pasa gente por Vilacaya, pero la mayoría no regresa. El volver tiene un sentido profundo de relación y amistad que se mantiene en el tiempo, la gente se siente recordada y querida: a ellos, por el esfuerzo de volver más veces a Vilacaya, ¡todo nuestro agradecimiento!
La presencia de P. Mauricio y P. Marcos y luego de los diáconos ha sido una novedad: es la primera vez que nuestros hermanos imc vienen a Vilacaya, y la verdad fue una experiencia muy positiva. Primero, vivimos la comunión. Segundo, la misión en conjunto, cada uno con su estilo y encarnación del carisma.

Lo que hicimos fue muy sencillo: estar con los jóvenes, con los niños, visitar familias y comunidades y estrechar lazos con nuestros hermanos y hermanas. Porque la misión es hecha por gestos sencillos de todos los días, de esto no cabe duda.