Entrevista a la Hna Gertrudes, mozambicana, con una rica experiencia misionera en Mongolia y actualmente en Kenya
¿En cuáles países ha trabajado?
Después de estudiar en Italia un tiempo de formación teológica, fui a estudiar animación liturgica musical (música sacra) por tres años, seguidamente fui a Inglaterra un poco más de un año, después llegué al Kenya donde estuve en una experiencia de misión en Makema por dos años, de ahí me pidieron hacer parte del equipo formativo del noviciado donde estuve por tres años; fue allí donde recibí la destinación misionera para Mongolia donde estuve casi ocho años. Después de eso vine al Kenya donde estudié “trabajadora social“ y desde mayo de 2017 estoy en la “Casa de Consolación San José Cafasso”
¿En qué parte del Kenya trabaja actualmente y qué misión desarrolla?
Actualmente trabajo en Nairobi, hace poco tiempo he terminado los estudios de “trabajadora social” y pastoralmente estoy encargada de “St. Joseph Cafasso Consolation House”” (Casa de consolación San José Cafasso), donde viven los jóvenes que eran en prisión, han terminado la condena y están fuera. Viven en esta casa porque muchos tienen dificultad en sus familias y estando aqui tengo la oportunidad de escucharlos, al mismo tiempo que facilitamos la experiencia de reconciliarse con la familia y la sociedad. Las familias vienen a visitarlos y ven donde están y las condiciones de recuperación que están viviendo.
Cuando los jóvenes todavía están en prisión vienen una vez por mes, se les ofrece algo de comer, se les explica las actividades que realizamos para que vayan conociéndolas y animándose para cuando salgan puedan venir con plena libertad, acompañados por un familiar.
Los jóvenes reciben formación humana, espiritual, profesional, aprenden música, estudian, realizan trabajos del campo y en casa.
¿Cuáles son los retos mas importantes del trabajo misionero que está realizando actualmente?
Los jóvenes que acogemos en la “Casa de Consolación San José Cafasso” vienen de la prisión, por lo tanto con tantas problemáticas que los ha llevado allí, de manera que el reto mayor es acogerlos, escucharlos, darles confianza, acompañarlos para que reconozcan que tienen valores y que aunque han cometido acciones no aceptables por la sociedad deben hacer algo importante en la vida, eso significa acompañar cada paso con paciencia hasta que se vea la transformación positiva.
¿Cuál es la alegría más grande que te ha dado la misión?
Gocé mucho la experiencia misionera en Mongolia, aunque si es difícil llegar a una misión donde no conocen a Jesús. Me ha hecho feliz el hecho de que la gente respondía a la propuesta de Jesús y como es fuerte la fe que van enriqueciendo cada día. Para ellos ser móngol es ser budista, pero un móngol que se convierte al cristianismo va y entrega el buda en el monasterio y expresa que entrega a bBda porque ahora he encontrado otro Dios y en su lugar en la casa ha colocado los símbolos cristianos.
La conversión es un misterio pues como se entiende una persona mayor que ha sido budista y llega a conocer y creer en Jesús. Cuando aceptan a Jesús lo aceptan con todo lo que implica un compromiso con Dios con toda su persona. Es una fe fuerte.
En Mongolia he vivido el carisma de nuestro Instituto, yo agradezco a Dios que me ha dado la oportunidad de ir a un lugar donde no conocen a Jesús. Evangelizar no es fácil, no es como preparar una lección para la escuela, aquí se trata de comunicar a Jesús, debemos iniciar bien, si nos equivocamos al inicio todo el resto es equivocado, comenzar bien es importante.