Hacia Pulí en Semana Santa 2017

Nos colocamos en camino para Pulí junto con Jaime (LMC), quien desde un inicio nos hizo la invitación a vivenciar la Semana Mayor participando de la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo, recordando la importancia a los misterios de la pasión, muerte y resurrección de Jesús centro de nuestra fe, compartiéndola con el pueblo, para algunos integrantes del grupo de los laicos era su primera misión, así que fue una experiencia muy significativa, llegamos después de cuatro largas horas partiendo desde Bogotá, nos acompañaba la lluvia y carretera destapada llena de barro, el carro patinaba en algunos momentos pero gozamos de la aventura, del paisaje de las montañas, fuimos hospedamos en la parroquia Nuestra Señora del Rosario y el párroco actual, padre Alcibiades Velasquez Ruiz, oriundo de San Juan de Rioseco, sacerdote diocesano de la diócesis de Girardot , nos esperaba con gran alegría.

El municipio de Pulí se encuentra en el extremo sur oriental del municipio de Cundinamarca, pertenece a la provincia del Magdalena centro, limita al norte con el municipio de San Juan de Rioseco, al occidente con el municipio de Beltral ,Guataquí al oriente con el municipio de Quipíle y al sur con el municipio de Jerusalén, tiene alrededor de unos 8.000 mil habitantes, 6 veredas se le llama el “municipio Paisaje de Cundinamarca” Este cerro Tabor, es uno de los sitios más agradables de Pulí, cuenta con una gran reserva de fauna y flora, rodeado de hermosos parajes naturales, caminos lagos y lagunas y una topografía de montañas que caracterizan este lugar, se encuentra a 1.272 metros a nivel del mar, tierra de clima templado, con una extensión de 223 Km2 antiguamente era habitada por los indígenas Panches, solo en 8 de julio 1800 fue constituido municipio.

En la esta experiencia de la semana santa en Pulí contamos con la colaboración y apoyo de una pareja de esposos amigos del padre Alcibiades; Amparo y Álvaro pertenecientes al grupo fuente de misericordia de la parroquia Sagrada familia de Fusagasugá -Cundinamarca-. Para el visiteo de las familias nos ayuda y orienta la feligresa Dioceselina, ella conoce bien los lugares, las personas y a quienes debemos recurrir en fin el andamiento de las cosas prácticas en la vida de la parroquia, pues a exención de ella, todos incluyendo el párroco éramos nuevos en ese lugar. Fuimos bien acogidos por las familias, encontramos personas acogedoras y deseosas de contar sus historias de vida, sus preocupaciones y realizaciones, gran parte de las personas tiene sede en Bogotá por motivos de trabajo o son estables en la ciudad y viene solo para visita en tiempos de semana santa.
Muchas personas viven de maneras simples y austeras pero llenas de fe, agradecid@s por las ayudas que llegaron a la parroquia para nuestra alimentación en esos días. Algunos ancianos recuerdan con grande emoción los años remotos cuando estuvieron padres y hermanas de la Consolata, así mismo lo constata la Hna Ricarda Gallo con sus casi 100 años, nos confirma las salidas que hacían para visita a las veredas de ese pueblo. Por otro lado observamos que las personas anhelan conocer y trabajar en equipo con el nuevo párroco.
Estas oportunidades nos enseñan a desinstalarnos de nuestras comunidades parroquiales, muchas veces bien organizadas en sus celebraciones, aprender a convivir con otros respetando su idiosincrasia, acogiendo la diferencia cultural e inculturando el Evangelio, compartiendo el carisma de la consolación con las familias en la sencillez dejando semillas de bien donde pasamos, sobre todo dejando actual el Espíritu Santo en cada uno de Nosotr@s, sin olvidarse que él es el protagonista de la misión, recordando que la construcción de la Iglesia es todo un proyecto comunitario, en fin sintiéndonos instrumento de evangelización.


Algunas observaciones para tener en cuenta: conocer previamente la realidad, aprender a trabajar en equipo, acogiendo la diversidad con espíritu de familia, cada uno haciendo desde lo que sabe, dando lo mejor de sí, dejando espacio para que el Señor obre en nosotros, además del partir de la realidad de la comunidad local es muy importante tener en cuenta el proyecto pastoral que la parroquia tiene. Como también la preparación, porque la formación es continua y cada tiempo litúrgico tiene su especificidad, subrayamos el sentarse en equipo junto con el padre y agentes pastorales, programar y evaluar para no improvisar.
Los puliseños son gente sencilla, amable, las fuentes de desarrollo son la agricultura, ganadería, artesanía trabajan en el trapiche, café, recolección de frutas, otros van en busca de trabajo a las ciudades principales como lo es Bogotá la capital, y así como dice el canto: “ gente luchadora, trabajadora llenos de amor y constancia…laboriosos del campo con sus manos artesanos va tejiendo la esperanza, endulzando con panela el café de la esperanza”.

Hermana Inés Arciniegas Tasco y los laicos de la Consolata

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