
Puntos de la experiencia de una congregación femenina misionera en diálogo con Teresa di Lisieux
“… una sola misión no me bastaría,
quisiera al mismo tiempo anunciar el Evangelio
en las cinco partes del mundo,
y hasta las islas más remotas.
Quisiera ser misionera
no solo por unos años,
más bien haberlo sido desde la creación del mundo,
y seguir siéndolo hasta el fin de los siglos”
(Teresa de Lisieux)
1. INTRODUCCIÓN
En esta breve comunicación comparto algunas intuiciones y luces recogidas dejando interactuar en la reflexión y en la oración la experiencia vivida por las Misioneras de la Consolata -la Congregación misionera ad gentes a la que pertenezco – y lo hago con la experiencia de Teresa de Lisieux, tal como surge de sus escritos.
2. SANTA TERESA DE LISIEUX, PATRONA DE LAS MISIONES
Santa Teresa de Lisieux fue declarada Patrona de las Misiones por el Papa Pío XII en 1927, dos años después de su canonización y treinta años después de su muerte. Teresa nunca había salido de su monasterio, sin embargo hela aquí convertida en la protectora especial de los misioneros y de las misioneras, junto con San Francisco Javier. En el origen de esta elección de Pío XII es necesario reconocer la acción de varios Obispos misioneros en el mundo, en particular del Venerable Ovide Charlebois, OMI, Vicario Apostólico de Keewatin, Canadá. Mons. Charlebois, en mayo de 1925, mes de la canonización de Teresa de Lisieux,
“Comunica a algunos vicarios apostólicos del Canadá la idea de hacer proclamar a la nueva santa patrona de las misiones. Recoge 12 firmas de adhesión. En marzo de 1927 las adhesiones de obispos de todo el mundo son ya 232. Con una síntesis admirable, Mons. Charlebois podía escribir al Carmelo de Lisieux: “No deben atribuirme todo el mérito. Admito que yo sugerí la idea y presté mi nombre… Pero, sobre todo, fue nuestra buena santita quien de lo alto del cielo hacía descender su lluvia de rosas, dando resultados positivos a todos nuestros pasos. Ella deseaba de corazón ser Patrona de los misioneros a quienes tanto amó y por quienes tanto sufrió”
¿Qué cosa ha sucedido?
Cuando se creó el vicariato apostólico de Keewatin, Mons. Charlebois encomendó al misionero el P. Arsenio Turquetil, OMI, originario de Normandía, el encargo de fundar una misión en Chesterfield Inlet, en pleno territorio esquimal.
“Llega al lugar junto con otros dos compañeros en agosto de 1912. Viven un año de absoluta soledad en ese desierto de nieve y de hielo, sin comunicación con el resto del mundo. Se esfuerzan por aprender la lengua sin gramática y sin diccionario, solo a través de la escucha, de la observación y de las preguntas dirigidas a los indígenas. Pero las burlas y el sarcasmo son frecuentes entre los oyentes. En noviembre de 1913, todos fueron sorprendidos con la noticia del martirio de dos Misioneros Oblatos, el P. Jean-Baptiste Rouvière y el P. Guillaume Le Roux, a poca distancia de ellos. Mons. Charlebois decide suprimir la misión, que se presentaba estéril y sin futuro. Mientras tanto, llega el correo anual desde Europa, era de Lisieux. Contiene una breve vida de la Hna. Teresa del Niño Jesús y sobres conteniendo polvo de su ataúd sacados con motivo de la exhumación de sus restos mortales. ¿Una santa de su Normandía natal que prometió ayudar a los misioneros y mantiene su promesa? El P. Turquetil le dice al Hno. Girard: “Mañana por la mañana, cuando los esquimales se encuentren reunidos en la sala para escuchar el gramófono, yo les daré una catequesis como se debe. Mientras yo les hablo, tú invocarás; a Teresita; abrirás los sobres y con discreción esparcirás el contenido sobre las cabezas de mis oyentes”. Al día siguiente la sorpresa. El hechicero de Chesterfield, el peor enemigo de la Misión, pide el Bautismo»
Muchos esquimales comienzan a acercarse a la misión y piden iniciar el camino cristiano. En 1923 Mons. Charlebois, que años atrás quería suprimir la misión, decidió crear otras estaciones misioneras. En Pointe-aux-Esquimaux se construirá la primera iglesia en honor de la Beata Teresa del Niño Jesús.
«El 15 de julio de 1925, el P. Arsenio Turquetil fue nombrado primer prefecto apostólico de la Bahía de Hudson. La nueva circunscripción misionera es consagrada al patrocinio celestial de la nueva Santa, que amaba la nieve y prometió pasar su cielo haciendo el bien en la tierra. Su estatua colocada en la capilla constituye una atracción para los esquimales. Mons. Turquetil inaugura el hospital “S. Teresa” en Chesterfield, el primero en la grande zona Norte. El desarrollo cristiano de la zona sorprende a la Congregación de Propaganda Fide, que en julio de 1931 eleva la misión a Vicariato Apostólico, confiriendo el 23 de febrero de 1932 la consagración episcopal a Mons. Turquetil”
En el Instituto de los Misioneros de la Consolata y en el Instituto de las Misioneras de la Consolata, fundados en Turín por el Beato José Allamano para la primera evangelización, en 1901 y 1910 respectivamente, la atención a Santa Teresa de Lisieux partió del mismo Fundador. El Padre Allamano, al darse cuenta de la fuerza espiritual de Teresa y advirtiendo en sí mismo una particular sintonía con la experiencia de la carmelita de Lisieux, la propuso como “protectora del año” para sus dos Institutos al inicio de 1923, incluso antes de que fuera declarada beata! El 29 de abril de 1923, día de la beatificación de Teresa, Allamano les habló así a sus Misioneros:
“En este momento ya podemos invocar a nuestra protectora con el nombre de Beata. En toda su vida no hizo nada grande, sino todo pequeño: “gloria eius ab intus“. Desde 1914 entra en los procesos y hoy ya es Beata: y esperan que en 1925 será canonizarla: claro si sigue obrando milagros como este. Es protectora del año porque ha orado mucho por la causa de las Misiones y protege a los Misioneros. Cuando se establezca la fiesta, la solemnizaremos nosotros también también»
También a las Misioneras de la Consolata, el Allamano habla de Teresa, proponiéndola como modelo de fe, amor de Dios y de caridad fraterna. He aquí sus palabras a las Misioneras, pronunciadas el 5 de marzo de 1916, por tanto mucho antes de la beatificación: «La Hna. Teresa del Niño Jesús a la edad de 24 años era quemada de amor de Dios; alguna de ustedes ya deberían estar ardiendo. Qui non ardet [quien no arderá no arderá y sus palabras caerán frías”. El 20 de mayo de 1923, pocas semanas después de la beatificación de Teresa de Lisieux, Allamano dirigió estas palabras a sus Misioneras:
«… Debéis orar, no sólo por vuestra santificación, sino también para obtener las gracias extraordinarias cuando las necesitéis: también el don de curar si tenéis que sanar a los leprosos… […]. Basta tener fe. Yo creo que la Beata Teresa, hubiera hecho esto si hubiese sido una misionera, porque ella tenía tanta fe y confianza en Dios que el Señor no le negaba nada».
Madre Simona, mc