
Seguimos las primeras experiencias de la comunidad recién formada del Kazajistán, en el signo de la acogida
Todavía no hemos podido viajar mucho, por la cuarentena del Coronavirus, que se respeta de una forma muy responsable. El padre pidió permiso para vivir aquí en este tiempo, así que tuvimos la posibilidad de celebrar la Semana Santa con él, junto con un seminarista. Vivimos un tiempo de profunda comunión. El Jueves Santo ellos prepararon la cena para nosotras: ¡verdaderamente fue un colocarse el mandil del servicio! Y el Sábado Santo éramos 6 de 5 nacionalidades: leímos las lecturas en los varios idiomas, ¡era casi como estar en Vaticano! (esto fue porque por la cuarentena se suspendieron las celebraciones comunitarias).

Las Misas son en ruso, para nosotras es difícil seguir, sin embargo, sentimos la presencia del Señor, y no sólo en la liturgia: en lo cotidiano está presente en los gestos de alegría, en la generosidad y sencillez de la gente.
Antes de que cerraran los pueblitos por la cuarentena, pudimos visitar varias comunidades, y en todas encontramos mucha acogida, expresada con sonrisas, con té y platitos típicos. En las calles, la gente saluda cordialmente, y la mayoría son musulmanes, mientras que las comunidades cristianas son reducidas.
Aquí la gente pide transporte en las rutas, también los niños: es todavía un ambiente en que hay seguridad y confianza. Así como las casas no están tan cerradas.
El tiempo de Coronavirus es difícil, y cambió también nuestros planes: no pudimos continuar el estudio del ruso, pero nos abre a la oración para toda la humanidad, para estar más juntas y vivir la comunión y unión.

Para terminar nuestro compartir de los primeros tiempos, quiero destacar un gesto de esta cultura: la gente quita los zapatos para entrar en la casa. Es un gesto tan significativo para nosotras, que estamos entrando en esta cultura. Estamos entrando en un lugar santo, un pueblo en que Dios se revela en la acogida. Compartir con los pies descalzos, o sea con respeto, y compartir desde la tierra, desde abajo.
Hna Claudia Lancheros, mc