
Hace 57 años, la Hna. Ricarda Gallo llegó en las tierras Colombiana el 19 de enero de 1950, con otras siete hermanas. Las siete hermanas misioneras de la Consolata fueron las pioneras de la misión en Colombia. Por la gracia de Dios las seis hermanas ya están en la presencia de Dios y la Hna. Ricarda Gallo es la única que quedó viva y estos días cumplió los cien años de vida, de entrega generosa y de donación a Dios y al pueblo Colombiano.

100 años de vida y 67 años de presencia en Colombia son motivo de acción de gracias a Dios por haber sabido vivir los valores cristianos y contagiar las personas con su testimonio de vida. Durante toda la vida la hermana Ricarda ha tenido la oportunidad de vivir en medio de la gente, por esta razón ha sembrado el reino de Dios en varias formas; con la juventud como docente, se preocupó de los niños que no tenían el acceso para adquirir la educación, por ello fundó un colegio como una forma para preparar para un futuro mejor en la sociedad; con las familias como madre espiritual, consoladora, consejera, siempre ha tenido el contacto con las familias necesitadas, en una manera sencilla, humilde, hasta el día de hoy sigue la misión a través de la oración, adoración perpetua, atendiendo al teléfono, acogiendo a las personas que vienen a visitar la comunidad. Ella es una misionera Ad Gentes para toda la vida, como dice el “Papa Francisco: la mejor forma de evangelizar: salir, acercarse y escuchar”

Esta hermana es un don, un tesoro para el Instituto porque vive, sigue viviendo la espiritualidad del padre fundador del Beato José Allamano, quien nos quería que fuéramos mujeres ejemplar que ponen su mirada más allá de su lugar, abiertas, atentas a todo. Además el Padre Fundador el Beato José Allamano decía a las misioneras: “Las quiero laboriosas; quien no trabaja de buena gana le falta algo a su vocación misionera. La vida misionera de ustedes no es una vida de éxtasis sino de trabajo, y de trabajo según la voluntad de Dios” Se percibe esto en Sr. Ricarda: la sencillez, la disponibilidad, la generosidad, dando el servicio a las hermanas de la comunidad; lavando la loza, limpiando el lavaplatos, acompañando la que necesita. Ella es una discípula autentica de Jesús, capaz de consumirse en su seguimiento y en su dinámica misionera hasta el final. Ella es una mujer sencilla como María Consolata “tierra fértil”, que pone lo que recibió al servicio de todos.
Agradecemos a Dios por la vida de esta hija suya que busca sembrar la semilla del reino en el corazón de tantas familia para que animados por él vivamos la misión de la consolación.
¡Joven! Anímate a gastar tu vida para seguir a Cristo
Sr. Resty Malile, mc
cules eran las otras 6 hermanas que llegaron con ella