La comunidad de Vilacaya, en Bolivia, comparte la vida misionera del primer semestre que acabamos de vivir.
El 2019 ha sido un año de muchas novedades y muchas gracias: llegó a integrar la comunidad la Hna Emilce, originaria de Corrientes, Argentina, y con muchos años de vida en Colombia. Vino a enriquecer la comunidad con sus dones y su pasión misionera, y le agradecemos por todo lo que nos dona.
Otra “cara nueva” es el párroco: padre William, diocesano, también él una persona con muchos dones y muchas ganas de trabajar, dio un empuje misionero a la parroquia, y ya soñamos con una misión en Turuchipa, un área muy extensa y casi totalmente desatendida de nuestro territorio.
El trabajo con los jóvenes sigue a varios niveles: con el grupo juvenil, con clases de valores en la escuela, con la preparación a los Sacramentos. Los jóvenes siguen siendo una prioridad para nuestra pastoral, y estamos cada vez más convencidas de eso, porque cada vez más conocemos sus sueños, esperanzas, sus ilusiones, desafíos y obstáculos que enfrentan a diario.
Empezamos un proyecto de catequesis nuevo que reúne a tres escuelitas: Molino Pampa, Villanueva y Sunchu Pampa. Los chicos y chicas vienen caminando con sus profesores y nos reunimos en Villanueva, donde con mucho entusiasmo caminamos hacia el encuentro con Jesús, en preparación a la Primera Comunión.
En marzo, con un proyecto empezado hace varios años, por fin se perforó un nuevo pozo para garantizar el agua al pueblo de Vilacaya. El proyecto fue financiado por una asociación italiana y con la colaboración de la población y la municipalidad.
Siguen las actividades de siempre: en Vilacaya. Pero en un camino siempre nuevo, viendo crecer a los niños y volviéndose adultos: ya en el año pasado la primera chica del Centro se ha promocionado y hoy cursa en la universidad en Potosí.
Estamos cada vez más enamoradas de esta misión, de la vida con nuestra gente, y como bien dice el Fundador, no bastará una vida de rodilla para agradecer el gran regalo que recibimos. Al mismo tiempo, pedimos al Tata Dios que bendiga cada una de las personas que nos ha regalado en este caminar hacia él, con un cariño especial para los jóvenes, los niños y las mujeres.