Quichua: los hijos del jaguar

En nuestro viaje para conocer Amazonia, hoy vamos a Ecuador y visitamos a los Quichua

Con el término Quichua se agrupan una serie de pueblos amazónicos que, primero con el Imperio Inca, luego con los evangelizadores jesuitas, entraron en contacto con la lengua quechua, que pertenece a los pueblos de las tierras andinas, y al adoptarla se fusionaron en una única cultura.  El pueblo Quichua se extiende en la Amazonia ecuatoriana y peruana, y  llega también al territorio colombiano y brasileño. En la región de Pastaza, en el Ecuador amazónico, se cuentan unos 20,000 Quichuas, un número considerable. En este artículo, focalizaremos nuestra atención particularmente a este grupo, viendo también su historia, lamentablemente, muy sufrida. Pero esta vez con un final feliz.

Los Quichuas estuvieron entre los primeros pueblos amazónicos que, con la expansión misionera de los jesuitas: entraron en contacto con la religión cristiana: estamos en el Perú del siglo XVI. Casi contemporáneamente, en el Ecuador, fueron los dominicos quienes entraron en contacto con este pueblo, al que también llamaron “Alamas”, que significa “hermanos” y también “Canelos”, porque en la zona abundan los árboles de canela.

Los Quichuas son agricultores: el producto más importante del trabajo de los campos es la mandioca, que constituye la base de la alimentación, y con la que también producen bebidas fermentadas para las fiestas. Igualmente cultivan cacao, banana, café, frijoles… y complementan la dieta con la caza y la pesca. Además fabrican abanicos con plumas de pájaros, canastas de fibras vegetales, cucharas de madera y otros objetos para el uso diario.

Son expertos conocedores de las propiedades terapéuticas de las plantas y de los animales: la piel del pitón limpia la sangre y es  suministrada sobre todo a las mujeres que tienen problemas después del parto. Las hojas de tabaco curan estados gripales y también se aplican las hojas en caso de distorsiones. La verbena sana a los que padecen vómitos y diarrea. Aunque todos conocen las propiedades comunes de las hierbas medicinales, el conocimiento médico ancestral se conserva y se es transmitido principalmente por los médicos y por las parteras tradicionales, quienes se ponen al servicio de la comunidad en el campo de la salud.

Como se puede apreciar, la economía y la vida cotidiana de los Quichuas se desarrollan en estrecho contacto con la selva, de la cual reciben la materia prima, pero no solo eso sino también la relación con el medio ambiente es profunda, se trata de una actitud de respeto y reciprocidad que también afecta a la parte espiritual. De hecho, el bosque se considera un ser viviente, y se llama Kawsa Sacha, que significa “Selva Viviente”. En todas las fases del cultivo de mandioca, las mujeres, – tradicionalmente dedicadas a la agricultura, mientras los hombres se dedican a la caza y la pesca – intercalan el trabajo manual con simples ritos, con los cuales se entra en contacto personal con todo el cosmos y con Dios , dador de vida.

Como, desafortunadamente, se puede decir de muchos otros pueblos nativos americanos, también los Quichuas, los hijos del jaguar, como se definen a sí mismos, han sufrido la llegada de los europeos: primero la de los españoles, que con las granjas y los latifundios explotaban a los nativos en los trabajos agrícolas, provocando una fuga de la gente hacia lugares  impenetrables de la selva. Luego, Ecuador se independizó del dominio español, la llegada del ejército nacional (que controlaba las fronteras con los otros nuevos Estados independientes) y de los comerciantes trajo otros abusos.

Si antes la organización social era muy simple y, según la documentación de las antiguas misiones, los Quichuas vivían dispersos y la familia ampliada constituía la organización social más simple del pueblo, con las misiones católicas los grupos comienzan a unirse, para tener las primeras organizaciones políticas básicas, como la asamblea comunitaria. Por lo tanto, debido a los problemas causados ​​por la presencia del estado, se introdujeron también organizaciones modernas, como el sindicato, cuyo propósito era la reivindicación y la lucha por los derechos fundamentales de los Quichuas.

Aunque las ancianas aún recuerden que sus abuelos les hablaban de un ataque contra un fuerte del ejército ecuatoriano, que fue incendiado por la gente hace aproximadamente un siglo, la primera gran reacción organizada fue la fundación del Centro Alama en los años setenta del siglo XX, una especie de sindicato tribal que reclamaba el título de la tierra contra el Estado. La situación empeoró en la década siguiente, cuando las compañías petroleras, apoyadas por el gobierno y el ejército, ingresaron en el territorio. Pero en 1989 los hijos del jaguar lograron expulsar a la primera compañía petrolera. Cada vez más fuerte, la organización política de los Quichua llamaba a grandes números de personas que marchaban a Quito para exigir la posesión de la tierra, que obtuvieron en 1992.

A pesar de la victoria y del reconocimiento de la tierra, el pueblo indígena ya en 1996, el Estado de Ecuador le otorgó a una empresa privada Argentina la extracción del petróleo en la zona: en esta ocasión las mujeres fueron las grandes protagonistas. Acamparon con los niños, acción que fue denominada “Campamentos de paz y vida”, en el área donde se estaba tratando de individualizar  el mejor lugar para la extracción: se trataba de una zona que se encontraba en plena Amazonía, y esto  impidió que la empresa pudiera trabajar.  Mientras tanto, el Centro Alama, asistido por un abogado que se dedicaba a la defensa de los derechos humanos de los pueblos indígenas, inició un proceso internacional contra el Estado que ha permitido el ingreso de la compañía petrolera sin el consentimiento de la población.

Por su parte, los extractores del oro negro usaron dos estrategias para vencer: por un lado, trataron de corromper a la población con regalos, contrataron antropólogos que entraron en contacto con los Quichua, en un intento de hacerlos amigos trataron de dividir al grupo, y por otro, usaron la violencia y la tortura. Los años pasaron y finalmente, en 2012 se llevó a cabo el proceso de la Corte Internacional, que se ha celebrado, – algo que nunca había ocurrido antes,- en el mismo territorio de los nativos.

Y he aquí, por una vez, fueron los pequeños quienes triunfaron por la justicia hecha: la Corte dió razón al pueblo Quichua, ordenó a los responsables de la invasión a disculparse públicamente, un acto muy significativo para los pueblos indígenas, que desde siempre fueron pisoteados en su derechos.

Y así fue, como los hijos del jaguar, un grupo de unos pocos miles de personas, lograron detener el avance de las empresas, protegiendo a su amada “Selva Viviente” y protegiendo su vida de ataques y abusos.

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