Sábado Santo. El silencio de Dios y la espera de María

En el Calvario, estaba presente María. Todos los discípulos lo habían abandonado, excepto Juan.

María es la Madre Fiel; está en la buenas y en las malas al lado de su Hijo, y también al lado nuestro.

Por un momento, pensemos a la Madre que queda bajo la custodia de Juan, y por lo tanto va a vivir con él, porque ya José no estaba.

 Después del dolor desgarrador de la muerte de Jesús, tan desgarrador como una espada, según la profecía de Simeón, María acepta pasar por la experiencia del silencio de Dios y la soledad que la acompaña.

En el silencio, que posiblemente hemos vivido también en el tiempo de pandemia; el tener que quedarnos encapsulados, sin ver a nuestros compañeros de colegio, amigos del barrio. Forzados a no concurrir a encuentros de amigos…los planes rotos

En el silencio, nace la duda, la incertidumbre, el sin sentido, el no ver el horizonte…

Asi también fue para los discípulos después de la muerte de Jesús.

María conoció todo esto también el sábado de la espera. Pero, qué espera?

En la carta a los Hebreos cap 11 leemos: “La fe es aferrarse a lo que se espera, es la certeza de cosas que no se pueden ver. Esto mismo es lo que recordamos en nuestros antepasados” Y de María podríamos decir:

“Por la fe, María al anuncio del Angel, se fió de Dios, y concibió del Espíritu Santo. Y después de la muerte de Jesús, esperó en el cumplimiento de las promesas que Jesús había hecho”.

 Un ciclo nuevo se abre en la vida de María; “He aquí a tu hijo” le había dicho Jesús, y en estas palabras, el Hijo amado, nos entrega a María como Madre.

María vive la “soledad habitada”, no sólo por su Hijo y el Padre, sino que su corazón se dilata para acogernos a todos como hijos. De ahora en más, en el silencio de “transición” entre la muerte y la Vida del sábado Santo, se gesta un tiempo nuevo, el de los hijos de Dios.

En el silencio, se gesta la Vida. El silencio en María es un tiempo cargado de fecundidad. Ella es la Madre que guarda todo en su corazón.

Su soledad, no es para mirarse a sí misma y auto compadecerse, sino para ensanchar la visión de Familia que hasta ahora ella vivía. Será Madre de una multitud de hijos engendrados en el Bautismo.

En la soledad y el silencio, María mantuvo siempre la esperanza. De saber que Jesús Resucitaría al tercer día, tal como lo había prometido.

¿Cuáles dudas, incertidumbres quieres confiar a María?

¿Cuáles sueños y esperanzas alientan tu vida?

Hna Marisa, mc

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *