Tiempo de despedidas…

La Asamblea de julio del Territorio Argentina Bolivia ha sido marcada por varias despedidas… Sin embargo, el dolor del “Adiós” hace parte del amor y de la familia, y no han faltado momentos muy felices. 

Como todos los años, en julio nos encontramos en Moreno, llegando de los lugares de misión, y encontrando en la casa Consolación las puertas y los corazones abiertos para acogernos. Tuvimos la alegría de tener con nosotras a la Hna Gabriella, que conduce la Región América en sus primero pasos, y a pesar de los varios compromisos, ha podido estar presente en medio de nosotras.

 

Hacía pocos días que había fallecido la Hna María Don Anjos, una columna del territorio Argentina: estaba enferma hacía unos meses, y la Virgen Consolata la recibió en sus brazos en las vísperas de su fiesta, el 19 de junio. Así que en esta asamblea sentimos mucho su ausencia, y al mismo tiempo su presencia. Juntas, como familia, le despedimos a Hna María, y compartimos las alegrías de haber podido vivir con ella y la pena de no tenerla más con nosotras.

Justo en estos días llegó de vacaciones la Hna Celia Cristina, argentina, que trabaja en Yibuti: en estos años estudió árabe e Islam en Egipto, así que aprovechamos de esta coincidencia para escuchar su experiencia en tierra islámica, y también celebrar con ella y su familia sus 25 años de consagración misionera.

Hace poco fueron beatificados los Mártires Riojanos, entre los cuales Mons. Angelelli: un padre franciscano vino a hablarnos de la figura del obispo beato, y apreciamos mucho el mensaje y el ejemplo de Mons. Angelelli a la Iglesia de Argentina y de América.

Otra despedida… en esta Asamblea saludamos a la Hna Remija, después de 18 años de misión entre Argentina y Bolivia, llamada al servicio de la formación en África. ¡Remija, te queremos mucho, gracias por tu vida compartida con nosotras! ¡Te extrañaremos un montón!

Hna Gabriella bendice a la Hna Remija

Después de 5 intensos días de encuentros, empezamos a dispersarnos, cada comunidad vuelve a su vida y a su misión. Siempre queda el sabor dulce de la fraternidad compartida, y un “hasta la próxima, si Dios quiere…”.

¡Hasta la próxima, hermanas queridas! Nos comunicamos por Whatsapp, pero nada substituye el abrazo fraterno y las sonrisas de amor.

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